Esta expresión se utiliza a menudo en nutrición y hace referencia a aquellos alimentos que aportan mucha energía y pocos o ningún nutriente. Es decir, que engordan sin aportar vitaminas, minerales o fibra. El consumo excesivo de estos alimentos no sólo implica un aumento de peso, sino que también incrementan los factores de riesgo cardiovascular.
Pero, ¿dónde encontramos estas calorías vacías?
Los alimentos más representativos son los refrescos: una lata equivale a 6 terrones de azúcar. La bollería, las galletas, las golosinas, los helados o los cereales azucarados y los turrones. Mucho cuidado con los alimentos “saludables” o “dietéticos” fijaros bien en las etiquetas, si además de vitaminas y otros beneficios van acompañados de mucho azúcar o grasas saturadas ya no serán tan buenos. Los zumos, aunque no lleven azúcar añadido, ¡cuidado! pensad que los pediatras no los recomiendan, es mejor comerse la fruta que además nos aporta fibra. El almíbar, está muy bueno pero se elabora con una base de agua y azúcar. Las bebidas energéticas, están pensadas para deportistas pero si no van acompañadas de minerales y vitaminas no harán correctamente su función. Y, cómo no, las bebidas alcohólicas, pero no todo está perdido, el vino y la cerveza están fuera de esta lista ya que éstos sí aportan nutrientes. Eso sí, tomarlos con moderación que el alcohol en exceso tiene consecuencias.
Recordad: Hay que evitar estos alimentos, pero no os obsesionéis, un caprichito de vez en cuando no le hace mal a nadie.